The key. The escape by Mark Aldanov

By Mark Aldanov

A translation from Russian of the 2 volumes of Aldanov's trilogy.

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No, de ningún modo. -Y ahí está el segundo. D'Artagnan se volvió hacia el lado indicado por Athos y reconoció a Aramis. 64 -¡Qué! -exclamó con un acento más asombrado que la primera vez-. ¿Vuestro segundo testigo es el señor Aramis? -Claro, ¿no sabéis que no se nos ve jamás a uno sin los otros, y que entre los mosqueteros y entre los guardias, en la corte y en la ciudad, se nos llama Athos, Porthos y Aramis o los tres inseparables? Bueno como vos llegáis de Dax o de Pau... -De Tarbes -dijo D'Artagnan.

Un instante después, Porthos y Aramis volvieron; sólo el cirujano y el señor de Tréville se habían quedado junto al herido. Por fin, el señor de Tréville regresó también. El herido había recuperado el conocimiento; el cirujano declaraba que el estado del mosquetero nada tenía que pudiese inquietar a sus amigos, habiendo sido ocasionada su debilidad pura y simplemente por la pérdida de sangre. Luego el señor de Tréville hizo un gesto con la mano y todos se retiraron excepto D'Artagnan, que no olvidaba que tenía audiencia y que, con su tenacidad de gascón, había permanecido en el mismo sitio.

Sí, un punto de San Agustín sobre el que no estamos de acuerdo -dijo el gascón. Athos. -Decididamente es un hombre de ingenio -murmuró -Y ahora que estáis juntos, señores -dijo D'Artagnan-, permitidme que os presente mis excusas. A la palabra «excusas», una nube pasó por la frente de Athos, una sonrisa altanera se deslizó por los labios de Porthos, y una señal negativa fue la respuesta de Aramis. -No me comprendéis, señores -dijo D'Artagnan alzando la cabeza, en la que en aquel momento jugaba un rayo de sol que doraba las facciones finas y osadas-: os pido excusas en caso de que no pueda pagaros mi deuda a los tres, porque el señor Athos tiene derecho a matarme primero, lo cual quita mucho valor a vuestra deuda, señor Porthos, y hace casi nula la vuestra, señor Aramis.

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